Soy hijo de un predicador de otra denominación. Crecí viviendo con miedo al fin del mundo, a un infierno de fuego para toda la eternidad, a la condena definitiva de Jesús, a poder entrar en el reino sólo por una puerta extremadamente estrecha, y me dijeron que esta denominación en particular tenía las únicas respuestas, el único CAMINO a la salvación. Incluso en mi infancia y adolescencia temprana me sentí inquieto por esta certeza de la condenación eterna. Y vi una profunda discriminación y fanatismo que, para mí, no tenían lugar en el mundo de Dios.
Qué refrescante, alegre, afirmativo, me atrevería a decir celestial, fue descubrir la UMC y escuchar por primera vez la asombrosa gracia y amor de Dios. Aprendí que si el miedo es el factor motivador para seguir a Jesús, es ineficaz a largo plazo, y no sirve a ningún propósito excepto a uno egocéntrico y sentencioso. Y así me enamoré de Jesús de nuevo, caí capturado por la gracia, y me convertí en Metodista Unido, y finalmente en Anciano ordenado. "Me encanta contar la historia de Jesús y su amor..."
Aprecio la UMC, sus profundas misiones en todo el mundo que nos unen en propósito y espíritu. Aprecio una teología empoderadora de vivir en la luz, no en la oscuridad, y de caminar por el camino de Jesús como la via salutis, la gracia santificante. Y me honra traer el reino ahora, en la tierra como en el cielo.
Encuentro que ésta es una teología que puedo proclamar sin vacilar; puedo vivirla a través del ejemplo de acoger a TODAS las personas sin vacilación ni condición; y puedo vivir en gracia sobre gracia, siendo atraído por el Dios que me ama más de lo que jamás podré comprender. "Oh amor que no me dejas marchar, en ti descanso mi alma cansada. Te devuelvo la vida que debo, para que en tus profundidades oceánicas sea más rico su fluir".
Fui pastor de una iglesia de personas que a menudo se sentían excluidas por la sociedad e incluso por la iglesia. Poder proclamar con alegría el amor y la gracia infinitos de Dios en el nombre de Jesús fue uno de los mayores privilegios de mi vida. La UMC, con todos sus defectos, es una luz en la oscuridad para un mundo que vive en las sombras. Estoy profundamente agradecido de haberla encontrado, donde el amor de Dios me encontró y nunca me dejó ir.