La Iglesia Metodista Unida me ofreció un lugar de ministerio. Sin haberme criado como metodista unida, aprendí a apreciar nuestra mesa abierta de bienvenida a todos durante la Santa Comunión, nuestra teología de la gracia y nuestro bautismo de niños: todos ellos hermosos signos del amor y la misericordia de Dios derramados sobre nosotros a través de Cristo nuestro Salvador.