El sábado, nuestra nación vivió otro tiroteo masivo motivado por la antinegritud. Este incidente no sólo nos ha robado vidas inocentes, sino que también habla del pecado perdurable del racismo que sigue asolando nuestra sociedad. Mientras lloramos a las víctimas, Angela Michelle Carr, A.J. Laguerre y Jerrald Gallion, canalicemos nuestro dolor para desmantelar el racismo que alimenta este tipo de violencia. El tiroteo de Jacksonville nos recuerda que el racismo no es una reliquia de la historia. El racismo no es un mito. Es una realidad flagrante que trastorna constantemente vidas y comunidades. 

Debemos estar dispuestos a decir la verdad, como seguidores de Jesús, como Metodistas Unidos, sobre el pecado del racismo y reconocer la realidad de que este no fue un incidente aislado en Florida. Las medidas adoptadas para impedir una educación sólida sobre la historia afroamericana y la Teoría Crítica de la Raza, las motivaciones racistas detrás de la eliminación de la Acción Afirmativa, y el asalto a los programas DEI han envalentonado la violencia contra los negros.  

Como parte de nuestro pacto bautismal, juramos "renunciar a las fuerzas espirituales de la maldad, rechazar los poderes malignos de este mundo" y "resistir al mal, a la injusticia y a la opresión en cualquiera de sus formas". Se trata de un compromiso personal y comunitario que va más allá de las palabras y los sentimientos. Por favor, comprended que, como seguidores de Jesús, no podemos reducir el racismo a una cuestión personal. Todos tenemos un papel que desempeñar cuando se trata de desmantelar el racismo en nuestra sociedad y nuestras congregaciones deben comprometerse en este trabajo. 

Si acaban de iniciar este camino, les animo a ustedes y a su congregación a que utilicen los recursos que ofrece la Comisión General de Religión y Raza para informarse. Les animo a que salgan de los edificios de sus iglesias y traten de fomentar las relaciones con sus vecinos. 

Si hay una congregación afroamericana cerca, conócela. Escúchelos. Camina a su lado y discierne en oración cómo puedes servir como constructores de puentes para tu comunidad.  

Honremos a las víctimas transformando nuestro dolor en acción, luchando por una sociedad en la que todas las personas, independientemente de su origen, puedan vivir sin miedo a la violencia ni a los prejuicios. Al desmantelar el racismo, no sólo nos aseguramos un futuro mejor para nosotros mismos, sino que también honramos las vidas perdidas abriendo el camino hacia un mundo justo e inclusivo. Que Dios nos dé la fuerza para ir más allá de nuestras oraciones y fomentar el cambio que imaginamos para nuestras comunidades.  

Gracia y Paz, 

Rev. Dra. Erin Beasley 

Presidenta de la Comisión de Religión y Raza de la TWK